Los rosarinos atravesaron una semana con situaciones que encienden alarmas y no hacen más que reafirmar que los tiempos por venir serán duros, demasiado para muchos sectores. Hogares en los que los ingresos cada vez rinden menos ante una escalada inflacionaria que no cesa, un rumbo económico incierto y fuentes laborales amenazadas.
Estos siete días en Rosario dejaron pinceladas que estuvieron signadas por las audiencias públicas para debatir los aumentos de tarifas (Assa pidió un 89 por ciento y la EPE un 37 por ciento en promedio y escalonado), el cónclave con empleados estatales santafesinos en la puja por un bono de fin de año (se fijó entre los 2 mil y los 3 mil pesos, de acuerdo al nivel de ingreso y categorías) y la crisis que se sigue agudizando en varios sectores por la apertura de importaciones.
El golpe más duro de estos tiempos de ajuste lo sintieron esta semana los 29 empleados de la empresa Triángulo Color, una firma con 40 años de historia dedicada al rubro de la fotografía que cerró sin previo aviso y los dejó en la calle.
Acá no importaron las formas. Los titulares de la empresa directamente cambiaron las cerraduras de los locales y los empleados no pudieron entrar. Una práctica violenta hacia quienes venían bancando parte de la crisis de la firma con su laburo.
Triángulo Color había empezando a ralentizar el pago de salarios desde mayo. Los empleados venían cobrando con dos meses de atraso y, sin embargo, allí estaban. Cada mañana levantaban las persianas y le ponían el hombro a una situación financiera asfixiante. Hasta que les dieron una bofetada que los enfrenta ahora a la incertidumbre de quedarse sin trabajo en un contexto laboral cada vez más recesivo.
Toda una postal de la coyuntura que atraviesan muchos rosarinos. Cabe recordar que en los rubros de la industria blanca, metalmecánica y calzado, ya comenzaron las suspensiones. La apertura de importaciones impactó de lleno en esas actividades.
Delicado equilibrio. En este punto se abren algunas grietas dentro del gabinete del gobernador Miguel Lifschitz. Mientras su ministro de la Producción, Luis Contigiani, remarca a diario los efectos nocivos de esta política económica sobre los sectores industriales y productivos de la región, su par de Trabajo, Julio Genesini, puntualiza que no se han producido bajas ostensibles en el empleo registrado y ensaya una tibia defensa del modelo que aplica Cambiemos.
Toda una muestra de ese equilibrio que hace la administración Lifschitz luego de esa suerte de fumata de pipa de la paz que selló con el presidente tras los duros cruces con la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, en la previa del regreso de las fuerzas federales a la ciudad.
Mientras tanto, la semana siguió dejando señales que hacen prever que el futuro no será muy alentador para el sector asalariado.
Una de las principales luces de alerta la encendió el propio Macri en el cierre de la conferencia anual de la Unión Industrial Argentina (UIA). Allí, sin medias tintas, instó a los empresarios a rediscutir todos los convenios laborales para reducir salarios.
Estos tiempos de crisis obligaron a nivel local a estrechar aún más los contactos con las organizaciones de base, esas que palpan a diario la realidad en los sectores más humildes de la ciudad. Barriadas en las que los indicadores siguen encendiendo alertas: crece la cantidad de comensales en los comedores comunitarios y de pacientes en los dispensarios.
Así, en épocas de bolsillos flacos el Ejecutivo municipal trabaja contrarreloj en la búsqueda de los consensos necesarios en el Concejo que le permitan acceder a créditos internacionales que solventen obras de infraestructura y mejoras en el sistema de transporte, entre otros.
En esa negociación metió la cola esta semana la renovación de autoridades del Concejo, que deberá refrendarse el jueves próximo. La lucha es intestina por estas horas. Hay quienes han quedado dolidos de la última elección e intentan volver al ruedo.
Algo es seguro, los rosarinos transitan días difíciles. Todo, en el marco de un contexto recesivo y un modelo económico que parece no encontrar el rumbo. O tal vez ese rumbo esté direccionado al beneficio de unos pocos. El resto de los mortales, en tanto, tiene los bolsillos a régimen y las alarmas son inquietantes.