Hermes Binner, Jorge Obeid y Miguel del Sel juegan, en siete días, todo su futuro político.
Los dos primeros, más allá de sus coyunturas partidarias, suman un objetivo dato cronológico personal para limitar sus planes a futuro de larga duración. El hombre del PRO, debe demostrar que es algo más que una golondrina de un verano electoral ocurrido hace dos años.
El socialismo exuda euforia. Con encuestas en la mano tan propias como exitistas se asignan la mitad de los votos en esta interna y cinco bancas en octubre. Por ello, decidieron desmarcar de la provincia al principal candidato colocando a Binner mucho más presente en Buenos Aires o en la misma Capital. “Hermes sigue soñando con su candidatura a presidente”, explican a su lado. Binner crece en la consideración nacional. Muy lentamente, pero crece. Su imagen de socialista moderado cae bien en las capas medias del electorado y, por goteo, empieza a ingresar en sectores más humildes. El ex gobernador cuenta con la ventaja de que los que lo valoran fuera de Santa Fe se preguntan poco o nada sobre qué implica el socialismo santafesino desde lo ideológico o, incluso, desde la gestión concreta en los cuatro años al frente de la gobernación. Si lo hicieran, quizá el resultado sería otro.
Estas encuestas permitieron que Antonio Bonfatti tuviese un trance sencillo en la campaña que ya termina. El actual titular de la Casa gris ha aparecido lo necesario para mostrar su apoyo pero continúa centrado en la gestión de gobierno con muchos flancos por resolver. El gobernador parece haber reciclado energía y ganas. Pero aún hay muchos signos de interrogación. La seguridad sigue siendo una enorme cuenta pendiente y a pesar de los esfuerzos del bien intencionado ministro de seguridad, un político y no un experto en el tema, los resultados concretos en las calles no mueven el amperímetro de la confianza ciudadana. Esto, sin embargo, no aparece capitalizado ni por Obeid ni por Del Sel a la hora de colectar votos. O el elector es un fino analista que valora estos comicios como una etapa legislativa nacional sin implicancia en su provincia o la oposición local carece siquiera de atractivo ante una obvia deuda de gestión socialista.
Para revitalizar la marcha de su gobierno no hay que descartar que, luego de las elecciones primarias, Bonfatti convoque personalmente a reuniones multipartidarias con el objeto de lanzar la reforma constitucional. Para ello, ya contaría con el sí del grueso de la oposición. Hasta se especula con la posibilidad de consensuar una especie de núcleo de coincidencias básicas sobre los temas a modificar. “Aquí no hay temor al fantasma del pacto de Olivos III”, confía uno de los asesores de Bonfatti.”No hay chance de intercambios de senadores como pasó con Alfonsín y Menem y mucho menos especular con la reelección del gobernador. Él no quiere ser el mendocino Paco Pérez”, grafica la misma fuente que agrega: “podrán sancionar a la ´re re´, pero Antonio se va en 2015. A seguir en política o a jubilarse como médico.”