Si comparamos con los festejos del Bicentenario de la Revolución de Mayo, los doscientos años de la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata parecen un acontecimiento menor del proceso que derivó en la formación de la República Argentina. Sin embargo, a diferencia de lo sucedido en mayo de 1810, cuando los vecinos de Buenos Aires reunidos en Cabildo Abierto decidieron destituir al Virrey Cisneros y formaron una Junta de Gobierno en nombre del rey Fernando VII, el 9 de julio de 1816, en la ciudad de Tucumán, fueron los representantes de gran parte de la provincias reunidos en un Congreso quienes decidieron romper los lazos que todavía unían a los pueblos con la corona de España e iniciar el proceso de construir un Estado independiente de cualquier dominación extranjera.
El Congreso General Constituyente de 1816 se había reunido con la finalidad de declarar la independencia y dar forma a la organización constitucional del Estado, dos objetivos que venían demorados desde 1810. Comenzó su labor el 24 de marzo de 1816, en uno de los momentos más difíciles de la revolución: en el orden internacional, las monarquías absolutas se imponían con fuerza en toda Europa con el respaldo de la Santa Alianza, encargada de sostener el orden establecido en el Congreso de Viena; y, en el interno, los Ejércitos realistas festejaban sus triunfos desde México hasta Chile. Sólo en el Río de la Plata se sostenía la revolución pero en un clima de profundos desacuerdos entre las provincias con Buenos Aires y sus fronteras amenazadas por la contrarrevolución. El rey Fernando VII, al volver al trono en 1814, había comenzado a organizar expediciones de reconquista para reprimir a los insurgentes americanos y volverlos a la obediencia. Esa soledad de la revolución rioplatense era más preocupante aún si tenemos en cuenta que gran parte de los territorios del ex Virreinato quedaban fuera del control del gobierno revolucionario: perdido el Paraguay y el Alto Perú, el avance de los Ejércitos realistas en el Norte y en Chile era cuestión de tiempo. Por este motivo, todos los esfuerzos se orientaron a la defensa de las fronteras. La del Norte, que fue comisionada al salteño Martín Miguel de Güemes y la del oeste, a cargo del General San Martín, que comenzó a organizar el Ejército de los Andes con el objetivo de cruzar la cordillera para liberar a Chile y Perú. De esta manera las guerras ahora de independencia de las Provincias de Sud América adquirían una dimensión continental y americana.
¿Por qué se reunieron en la ciudad de Tucumán? Porque un nuevo pacto se había establecido entre las provincias en 1815 para reunir un Congreso que les diera unidad, con la condición que éste no debía reunirse en Buenos Aires. El lugar elegido fue la ciudad de Tucumán porque se había destacado en la defensa de la frontera Norte y presentaba la ventaja de estar cerca de los principales frentes de batalla. La dimensión simbólica del lugar expresa, entonces, la voluntad de las ciudades de no querer depender más de Buenos Aires. Asimismo, y esto se manifiesta tanto en el discurso de inauguración como en sus actos, el Congreso se constituye en la Suprema autoridad, un centro alrededor del cual se articularon los diferentes vínculos que unían a las provincias. Representaba la cohesión frente a la desunión o la anarquía de los primeros cinco años.(1) En su juramento, los diputados prometieron defender la religión católica y la integridad del territorio.
Es en este sentido que el Congreso expresa con más precisión su esencia fundamental: "Que las Provincias de la Unión sean una nación libre e independiente de los Reyes de España y su metrópoli". (2) Es el resultado de un nuevo pacto y no sólo ya la continuidad del proceso iniciado en Buenos Aires en mayo de 1810.
Sin embargo, una vez declarada la independencia continuaron existiendo profundos desacuerdos. Algunos, muy lejos de pretender cortar definitivamente los lazos con España, pensaron en proyectos para que el Río de la Plata se reincorporase a los dominios de la Corona como Provincias de la Monarquía. Pero, la mayoría se manifestó partidaria de la monarquía, semejante a la inglesa o la española de las Cortes de Cádiz de 1812. En una de las sesiones, Belgrano, recién llegado de Europa, propuso establecer una monarquía constitucional o temperada y colocar en el trono a un descendiente de los Incas para afirmar la identidad americana frente a Europa. Otros, eran partidarios de coronar a algún miembro de la familia real portuguesa o a algún príncipe extranjero que exhibiera linaje dinástico. De allí la variedad de recorridos que realizaron las misiones diplomáticas enviadas a Europa y a Río de Janeiro por el Director Supremo, Juan Martín de Pueyrredón, quien como en un gesto desesperado nombró nuevos emisarios en busca de soluciones. (3)
Por otra parte, hubo quienes ni participaron del Congreso reunido en Tucumán. Desde 1810 dos tendencias contrapuestas dividían a las ciudades y se expresaron nuevamente con más fuerza al reunirse el Congreso: la centralista, que tenía a Buenos Aires como centro indiscutido y, la autonomista, que recibía el nombre genérico de "federal", aunque en su interior adoptara distintas variantes. La propuesta por José Gervasio Artigas fue, sin dudas, la más respetada en esos años. Proponía organizar una Confederación de provincias independientes que articulara la voluntad y los "sagrados derechos de los pueblos" con la defensa de la causa común. (4)
La influencia de las ideas de Artigas se extendió a todo el litoral y en el año 1815 la Banda Oriental, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y la actual Misiones crearon la Liga de los Pueblos Libres, que decidió no enviar diputados al Congreso de Tucumán.
La inclusión de Santa Fe en la Liga se explica, en parte, por la intención de los santafesinos de separarse de la jurisdicción de la Intendencia de Buenos Aires, de la cual dependía desde finales del siglo XVIII. Luego de la revolución, a la situación de subordinación se sumaron las imposiciones propias de la guerra revolucionaria que sin piedad pesaron sobre los santafesinos: el reclutamiento militar, el despojo de las rentas capitulares, el saqueo de los recursos productivos por parte de los ejércitos y la constante amenaza indígena en sus fronteras indefensas. Todas estas cuestiones explican el primer movimiento de autonomía liderado en 1815 por el poderoso hacendado Francisco Candioti, conocido como "Príncipe de los Gauchos", que fue nombrado gobernador con el apoyo de las tropas locales comandadas por Estanislao López.
En cambio, con la ausencia de las provincias del litoral, entre los 33 diputados que se reunieron en Tucumán había varios de las provincias alto peruanas. Firmaron el Acta declarando la Independencia 29 de ellos en representación de las provincias Buenos Aires, Catamarca, Córdoba, Jujuy, Mendoza, La Rioja, Salta, San Juan San Luis, Santiago del Estero, Tucumán Charcas, Chibchas, Cochabamba y Mizque, mientras el pueblo seguía el acto con entusiasmo desde las calles. Días más tarde, el 25 de julio, se decidió oficializar "la bandera celeste y blanca que se viene usando hasta el presente en el rango de bandera menor".(5) La bandera mayor, llamada de ceremonial en la actualidad, fue aprobada el 25 de febrero de 1818 e incorporó el sol en el centro de la franja blanca.
¿Qué ventajas ofrecía la monarquía constitucional en tiempos de la Independencia? Era el régimen político intermedio entre el antiguo absolutismo y la república; y se lo consideraba garantía de orden y justicia. Solo un rey, opinaba Belgrano, podía asegurar la unión, el orden y el reconocimiento europeo. Al adoptar una constitución se resguardaban los derechos fundamentales del hombre y se permitía la participación del pueblo en el gobierno a través de los representantes.
Sin embargo, el Congreso no llegó a tomar una decisión concluyente sobre la forma de gobierno en Tucumán y el debate se trasladó a la prensa de Buenos Aires, agitando no sólo el tema acerca de ¿quién debía ser el rey?, sino más bien reflexionando sobre temas más generales acerca de cuál sería el sistema de gobierno que proporcione la solución definitiva de organización: ¿la monarquía o la república? Cuando en 1817 el Congreso retomó sus sesiones en Buenos Aires se avanzó sin demora hacia la aprobación de una Constitución centralista que dejaba abierta la posibilidad de la monarquía. Pero, la mayoría de las provincias la rechazaron, profundizando los enfrentamientos entre ellas. En el mes de febrero de 1820 la Batalla de Cepeda puso fin al Directorio y el Congreso dejó de sesionar.
(1) Genevieve Verdó "En vísperas del Congreso. La construcción de una identidad política en las Provincia Unidas del Río de la Plata, 1815-1816", en Anuario del IHES Nº21 Tandil, 2006, pp.37-51.
(2) Genealogía Hombres del nueve de Julio, Revista del Instituto de Ciencias Genealógicas, Buenos Aires, 1966, p. 5
(3) Vicente D. Sierra Historia de la Argentina. Independencia y anarquía (1813-1819)
Editorial Científica Argentina, Buenos Aires, 1970, pp. 541-542.
(4) www.bicentenario.gub.uy/wp-content/.../03.Instrucciones-del-Año-XIIIfolleto.pdf.
(5) El Redactor del Congreso Nacional, Reimpresión facsimilar, Buenos Aires, Coni, 1916, n10, p.81.