Néstor Astarita respira música por los parches de su batería. Con 78 años en el lomo, tocó con figuras de la talla de Litto Nebbia, Sandro, Paco de Lucía, Dino Saluzzi y Hermeto Pascoal. Pero lo suyo es el jazz. Y en su recorrido se dio el lujo de marcarle el tempo a glorias como Lionel Hampton, Oscar Aleman, Duke Ellington, Ella Fitzgerald y el Mono Villegas. Pero si hubo alguien que lo marcó de por vida fue el Gato. "Me motivó hacer este homenaje el amor por Gato", dice a corazón abierto y no le molesta quebrarse en la charla con Escenario cuando habla de su amigo saxofonista. Hoy, a las 21.30, en el Gran Salón de Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza) el Néstor Astarita Latin Jazz Quartet le rinde homenaje al Gato Barbieri. Saxo, vas a llorar.
"Cuando comienza el recital yo no digo buenas noches ni nada, simplemente digo hola Gato", lanza Astarita, quien esta noche tocará acompañado por Bernardo Baraj en saxo (otro histórico), Alejandro Kalinoski en piano y Juan Bayón en contrabajo. "Es que para mí, voy a volver a tocar con Gato, es mi manera de conectarme con él", afirma.
En el show, el grupo tocará gran parte de los temas de "New York Meeting", el último disco que el músico rosarino grabó, casi ciego y con una memoria cada vez menos precisa, junto a Néstor Astarita, el pianista y arreglador Carlos Franzetti y el contrabajista estadounidense David Fink, con producción de Nebbia. Aquella placa, grabada en los estudios neoyorquinos y sin ensayo previo, fue un culto a la improvisación y también al talento de estos músicos.
"Yo podría tocar con un japonés sin hablar una sola palabra y sin ensayar nada, marcamos cuatro y arranco, y te aseguro que sale", dice Astarita. Y cuando se le apunta que ese modo de tocar se suele llamar "a la parrilla", él dice: "sí, pero para mí sin sal, es que tengo presión alta".
Astarita lo eleva a Barbieri desde el cariño gigante heredado por la amistad y también desde la profunda admiración que le tiene como artista. A la hora de responder por qué el Gato —que falleció en Nueva York el pasado 2 de abril— lo elegía a él para que aporte su impronta tras los parches, indica: "Gato me decía que el tambor tiene que sonar shhhhhhhhhhhhhhhhhh y no trrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr, y yo adapté eso a toda la batería. No sé cómo me la voy a arreglar con una batería que no es mía, porque no puedo llevar mi Slingerland modelo 64, pero trataré de que no se me vaya de las manos", anticipa mientras garabatea cerca del teléfono unos pasajes por tones y redoblante para confirmar la sutileza de aquel sonido.
"Desde el año 58 nunca dejé de estar conectado con el Gato, incluso nosotros hace un tiempo que tenemos armado esto y gracias a Dios a alguien se le ocurrió llevarnos a Rosario. Nosotros estamos acá, listos para tocar, pero siempre tiene que a haber otro del otro lado para que llegue lo que hacemos", dice con cierta humildad.
La elección de Bernardo Baraj para que sea el alter ego de Barbieri no fue antojadiza. "Baraj es el único que puede tocar la onda que tocaba Gato, porque hay muchos chicos que tocan muy bien el alto pero la onda de Parker, no la de Gato", detalla.
Entre los temas que se destacan del repertorio de hoy, sobresalen "Prepárense", de Astor Piazzolla; "Straight No Chaser", de Thelonious Monk, "Blue In Green", de Miles Davis y "Equinox", de Coltrane. "No era la música que tocaba normalmente el Gato, pero yo elegí los temas aquella vez para grabar en Nueva York, y después fuimos al estudio y directamente lo grabamos", en referencia a la citada placa editada en Twilz Record, New Jersey, en febrero de 2010."¿Usted escuchó «New York Meeting»? ¿Es un discazo, no?», dirá Astarita.
"Tocar jazz me representa la libertad total. Desde el primer día yo creía que el jazz era Fred Astaire y Ginger Rogers, porque eran esas las películas que veía, pero un día fui a un baile y escuché a Los Geogians (en referencia a The Giorgians Jazz Band, grupo en el que empezó como plomo y terminó como baterista) y me di cuenta que el jazz era negro no era blanco, que era Armstrong y no otra cosa", cierra Astarita con un rulo sutil, como le gustaba a el Gato.