"Ya sabemos que Boca y Central juegan el 2 de noviembre acá. Falta que designen a Ceballos y estamos todos. Si en el fútbol argentino nada es imposible". Un alto funcionario de la Agencia Córdoba Deportes ironizaba ante un periodista. Para los neutros, ver un partido de envergadura. Para los de Belgrano, apreciar quién y cómo juega el rival de semifinales. Para los canallas, vengar aquel partido en el que Diego Ceballos, quien meses antes había sido visto alentando a los jugadores de Boca en pleno partido con Olimpo ("En los córners les decía que ya llegaría el gol", dijo el DT bahiense Walter Perazzo), con su determinante actuación privó a Central de ganar su primer título por Copa Argentina. Para Boca, la chance de prometer un nuevo triunfo y una eliminación que sólo sea resuelta por su fútbol. La realidad es que "el número 12" no aparezca en el Kempes. Ni para Boca ni para Central. Para que la noche no albergue al partido del morbo que muchos imaginan. Aquella vez fue terrible, por los errores de Ceballos y su asistente Aumente. Boca festejó, con la Mona Jiménez que fue a ver a su amigo Tevez, mientras a metros Coudet decía: "Nos sacaron la final". Ceballos admitió que fue el peor partido de su carrera, fue suspendido temporalmente y hasta la Afip lo investigó. Pero lo peor fue que en la memoria de los jugadores de Central ese partido no se olvidará jamás. A tal punto que Caranta, ya en Talleres, se lo recriminó en un cotejo con Chicago. Boca-Central vive otra vez en Córdoba. Que el juego sea la noticia.