La desaparición de dos obras del escultor Erminio Blotta de la Biblioteca Argentina seguía ayer sin encontrar respuestas, ni sobre cómo se produjo la sustracción de las placas ni sobre el destino de ambas. Pese a eso, la subsecretaria de Industrias Culturales, Lila Siegrist, señaló que los principales museos de la ciudad cuentan "con un protocolo de buenas prácticas de manipulación de bienes patrimoniales, tanto para sus fondos propios como los de terceros", pero admitió que no es el caso de la biblioteca Juan Alvarez; y habló de "una situación irregular" y de "cuestiones que deben ser corregidas". Ahora, a partir de una decisión de la Intendencia, "todos los organismos culturales deberán tomar este protocolo", adelantó la funcionaria, lo que requerirá la capacitación de quienes están al frente de estos espacios. El robo de obras de arte en espacios públicos tiene antecedentes en la ciudad, incluso en dos de los principales museos, como el Castagnino y el Estévez, y en colecciones particulares.
Los trabajos del artista de principios de siglo XX desaparecieron del edificio del pasaje Alvarez en el marco de una muestra homenaje que se llevó adelante a partir de mayo pasado, en el 40º aniversario de su muerte, en 1976. Se trata de dos bajorrelieves: "El Tolstoi", perteneciente a la colección de la propia biblioteca y una de las primeras obras del calabrés radicado en Rosario, y "Carmen y Herminio", una escena de una madre amamantando a un niño, que pertenecía a la familia y que fue cedida en el marco de la exposición temporal.
La desaparición fue confirmada horas atrás por las autoridades de la Secretaría de Cultura, que no sólo hicieron la denuncia e iniciaron un sumario para poder saber cuál fue el destino de las piezas, sino que además, como es de rutina, dieron aviso a Interpol para que las obras queden registradas en la base de datos de la policía internacional.
Más allá de la desaparición, hasta ayer no había certezas de cómo fueron sustraídas las obras ni tampoco sobre cuál fue su destino. En ese sentido, la subsecretaria del área indicó que podría haber tres posibles alternativas: la fundición por tratarse de una obra de bronce, la voluntad coleccionista del propio ladrón o el comercio ilegal. Aunque no se refirió a ninguna hipótesis en particular.
Sí señaló que se trató de "una situación irregular"; y recordó que los principales museos de la ciudad, como el de la Memoria, el de la Ciudad, el de Bellas Artes Juan B. Castagnino, entre otros, "cuentan con protocolos de buenas prácticas de manipulación de bienes patrimoniales tanto para los fondos propios como los de terceros, que hacen a la seguridad y correcta conservación de las piezas", y que refieren a "la correcta instalación de obras en sala, a las medidas de conservación en los depósitos, y sobre los seguros en caso de que haya que realizar traslados".
Tras el hecho y más allá de la investigación administrativa de lo sucedido, la Intendencia resolvió —e informó a través de una circular que se emitirá el martes próximo— que "todos los organismos que comprendan el uso de patrimonio propio y de terceros deberán tomar los protocolos vigentes", según adelantó Siegrist.
Eso implicará a lugares como la biblioteca en cuestión, pero además centros culturales y centros de distrito. "Forma parte de la madurez de las políticas culturales asociadas al patrimonio", consideró la subsecretaria e indicó que estos cambios tienen que ver "con contingencias que deben ser corregidas, como en este caso".