El juicio oral contra el oficial Mario Gabriel Urquiza arrancó ayer con todos los ingredientes típicos de los casos de gatillo fácil: un joven ejecutado por la espalda por un disparo policial, un arma plantada y un acta amañada para presentar como enfrentamiento algo que no lo fue. Sólo que esta vez, en una admisión sin precedentes en la fuerza local, el uniformado reconoció de entrada que el acta fue adulterada en su favor: "Voy a confesar hoy mi delito. Yo mentí en el acta por ser la primera vez que me sucedía esta situación, mal aconsejado. Pero no tuve intención de matar a este joven. Tropecé y se me escapó el disparo", alegó el efectivo, sobre quien pesa un pedido de prisión perpetua por matar a Sergio Ezequiel Luján hace cinco años en Pueblo Esther.
El relato del policía de 33 años supone un giro respecto de otros casos similares en los que los acusados suelen aferrarse al acta y decir que actuaron en legítima defensa por una agresión previa y en enfrentamientos con dinámicas casi calcadas. Esa no fue la estrategia de Urquiza, quien para sorpresa de todos admitió desde el vamos que el relato policial del crimen se montó en mentiras.
Urquiza reconoció que la escena del tiroteo fue inventada, que Luján corría desarmado cuando fue herido por la espalda y que al chico de 19 años le plantaron un revólver calibre 22 para sustentar el relato falso. Esta maniobra la adjudicó a colegas que confeccionaron el acta en la seccional del Pueblo Esther, aunque rehusó identificarlos.
El policía llegó a juicio a cinco años de la muerte de Luján. Cerca de las 22 del 2 de diciembre de 2011, un llamado alertó a la subcomisaría 15ª que estaban "apretando" a un comerciante. Dos efectivos llegaron en una chata a Juan Domingo Perón y Venezuela, donde identificaron a dos jóvenes, "Bebe y Plomito", que salieron corriendo en distintas direcciones.
Los uniformados persiguieron uno a cada uno. Urquiza alcanzó a Luján y lo subió al móvil, según dijo ayer, no como acusado de delito alguno sino en una simple averiguación de antecedentes. Perdió de vista a su colega y dio la vuelta manzana en busca del otro sospechoso. En México al 1200 bajó del móvil.
Allí Luján, que no estaba esposado, bajó corriendo de la chata. A los pocos metros, frente a seis testigos, recibió el disparo policial que lo hizo caer de boca al piso. La bala ingresó a la altura de la primera vértebra lumbar. Fue trasladado en la misma chata policial al hospital Gamen de Villa Gobernador Gálvez, donde llegó muerto.
Versiones
El caso tuvo un trámite lento hasta que Urquiza fue procesado en noviembre de 2015, tras diez meses preso. Ayer comenzó a ser juzgado ante los jueces María Isabel Mas Varela, Edgardo Fertitta y Julio Kesuani. El fiscal Carlos Covani pidió prisión perpetua por homicidio calificado por el abuso de su función policial y falsificación del acta. El querellante Oscar Pandiani requirió la misma pena por esos delitos y la portación previa del revólver que le adjudicaron a Luján, cuyos familiares siguieron la audiencia desde la primera fila (ver aparte).
El fiscal remarcó que Urquiza fue cambiando su versión. El día del hecho y el siguiente en la División Judiciales se remitió al acta, donde consta que al escuchar un disparo y advertir "algo plateado" en manos de Luján el oficial disparó en respuesta. Un relato usual, que ahora el acusado tilda de falso.
En la indagatoria de abril de 2015 Urquiza se abstuvo. A los dos meses habló de un disparo accidental. Lo mismo dijo en la reconstrucción del hecho de agosto pasado, cuando aseguró que al tropezar en un pozo la culata del arma golpeó contra su muslo derecho y se disparó una bala que tenía en recámara, con la pistola martillada. Pero para el fiscal, con esa mecánica "el disparo se hubiera trabado en la tierra" y no en la cintura de Luján.
El defensor de Urquiza, Sergio Casas, dijo que en el caso hay "muchas dudas" y sin aclarar su pretensión le dio la palabra a su cliente. "Tengo el alma dolorida porque maté a una persona sin intención. No fui policía para eso. En mi vida privada y laboral soy intachable. Pero me dejé llenar la cabeza y me asesoraron mal", dijo Urquiza.
Sin demasiadas precisiones, atribuyó a su entorno en la fuerza las maniobras de adulteración, que dijo haber aceptado "por los nervios, por miedo a perder el trabajo". Sobre el revólver 22 adjudicado a Luján dijo que no lo portó, aunque no pudo recordar de dónde salió. "Apareció en el acta. Yo firmé por mal consejo de gente más antigua".
"Cuando este masculino que estaba en la camioneta sale corriendo hacia el sur, salgo tras él. Tropiezo y producto de ello se me escapó el disparo, a unos 40 metros. El arma estaba montada y cargada, pero no apunté. Juro que no lo maté a quemarropa como dicen. Me sucedió esto, mala suerte. Pero nunca tuve intención de matar. Pido disculpas a la familia porque no se merecen una situación como esta", se despachó Urquiza.
Contrastes
La inédita desmentida del acta y la admisión de que el arma fue plantada contrastó con las declaraciones de sus colegas citados como testigos. A Gustavo Salas, el policía que acompañaba al acusado, se lo vio flojo de memoria al contar qué pasó.
El subcomisario Luis Alberto Cardozo, esa noche a cargo de la seccional, se atuvo al acta labrada ante personal de Judiciales, Asuntos Internos y el inspector de zona. "Urquiza estaba mal, temblaba mucho, me relata más o menos cómo fue. Escuchó una detonación y repelió la agresión. En la comisaría hizo entrega de un arma, no sé si fue levantada del lugar", dijo sobre el acta, cuya falsedad ya no se discute en este juicio.
Testigo negó que haya sido accidental
"El policía dispara, hace unos pasos y se tropieza con un pozo junto al cesto de basura. No dio voz de alto. Ezequiel cae boca abajo, él se acerca, lo arrastra de la remera hasta el patrullero y dice por radio «se complicó»". En tiempo presente, una testigo negó que el disparó que mató a Sergio Luján haya sido accidental. Es la hermana del chico que esa noche acompañaba a la víctima cuando dos policías intentaron detenerlos. Relató que Urquiza detuvo la chata policial frente a su casa y quiso entrar a buscar a su hermano pero ella se negó. Entonces Luján huyó corriendo del patrullero hasta que lo frenó el tiro por la espalda.