Apunto de cumplir 70 años y con un largo camino recorrido tanto en lo artístico como en la defensa de los postulados de la revolución, el cubano Vicente Feliú regresa Rosario para compartir sus canciones esta noche, desde las 21.30, en El Aserradero, Montevideo 1518. "Vengo a compartir algunas canciones conocidas, otras nuevas y otras que he ido rescatando y son tan viejas que se convierten en nuevas", dijo sobre la actuación de hoy, en la que participará como invitado especial el cantautor rosarino Fernando Montalbano.
"Ahora hay muchas más posibilidades de grabar gracias a las tecnologías nuevas. Con buenos micrófonos y un lugar sin ruido se puede grabar prácticamente en tu casa", aseguró entusiasmado cuando se le preguntó por las condiciones que hoy tiene la isla para los músicos. "Lo que no hay es un circuito de distribución, los discos los vendemos en los conciertos. Igual, con esto de Internet, ahora hacés una canción y al rato ya está en la web", agregó. Fundador de la Nueva Trova Cubana junto a artistas reconocidos mundialmente como Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, Feliú sigue recorriendo el continente, coordinando un proyecto colectivo de compositores denominado "Canto de todos".
—¿Cuál es la realidad de la llamada en su momento Nueva Trova Cubana, en un tiempo en que el mundo ha cambiado tanto?
—Yo creo que el mundo está haciendo cambios tan tremendos ahora como cuando nosotros surgimos, por eso esta canción empieza a ser nuevamente necesaria y buscada. Y hay muchos trovadores actualmente en Cuba, de todas las edades y en todo el país. Actualmente tienen una impronta más rítmica, tirando hacia vertientes como el son cubano.
—¿La actual trova fusiona el ritmo de la Vieja Trova con las letras de la Nueva Trova?
—Sí. Además está vinculada con el rock y con los ritmos del Caribe, con letras profundas o algunas muy simpáticas y humorísticas, que mantienen la esencia de la canción testimonial, crítica, pero con una impronta muy actual.
—¿Y qué quedó en lo organizativo de aquello que forjaron ustedes?
—Felizmente se desintegró. Nosotros fundamos la Trova para defendernos de la burocracia, de todas las historias jodidas que había por aquellos años. La Nueva Trova además fue una orientación de las altas esferas de la revolución. Ya cuando nuestra generación creció no hizo falta la organización como tal. Lo que sí tenemos ahora es un vínculo más entrañable, casi de sangre.
—Es que ese vínculo entre algunos, como en tu caso con Silvio Rodríguez, venía desde antes...
—Desde antes de todo, de la infancia, de los 14 años, cuando no existía la guitarra y cantábamos canciones de Los 5 Latinos, que era lo que se escuchaba en esa época. Vivíamos a 10 cuadras y la secundaria nos quedaba en el medio. Entonces nos íbamos de una tía mía que vivía por allí y machacábamos el piano. Luego Silvio se fue al servicio militar y allí aprendió a tocar la guitarra, y yo también en la misma época, de pura casualidad. Así que cuando nos volvimos a juntar, ambos habíamos empezado a componer algunas cosas.
—Hoy, cuando se vuelven a encontrar, ¿qué les pasa? ¿Tienen algunas diferencias?
—Silvio por suerte y por talento es el que más reconocimiento ha tenido a nivel mundial, y reconocimiento económico también. El lo ha utilizado en extraordinaria medida para apoyar proyectos culturales y no culturales, aunque a él no le gusta que lo contemos. Tiene dinero pero no vive con ostentación, vive como una persona común y corriente, que sigue trabajando mucho.
—Y en tu caso, ¿cómo sigue esta historia?
—Mientras me dé la cuerda voy a seguir haciendo lo que creo que debo hacer. Sé, sin modestia falsa, que el trabajo que hago es seguido por nuevas generaciones, que es con las personas que hay que trabajar. Hay que hacerles saber a los jóvenes que son parte de un gremio universal, sobre todo latinoamericano, con ese concepto de la unidad tan bolivariano, tan martiano, tan atahualpiano. Es un concepto en el que yo insisto, porque tenemos la misma raíz y la misma lucha.